¿Puedo registrar mi prototipo?

La preocupación por un plagio es común entre los nuevos autores.

Sin embargo, no existen medidas legales para registrar un juego, porque sus mecánicas individuales no pueden registrarse. La BGG (el mayor registro de juegos a nivel mundial) recoge un listado de más de 200 mecánicas que son ampliamente utilizadas en los juegos de mesa. Si alguien pudiera registrar una (por ejemplo, “avanzar tantas casillas como el resultado de un dado”), los costes en derechos para usarla serían inviables.

También es posible hacer un registro del texto (propiedad intelectual), pero esto apenas asegura protección contra copias; únicamente garantiza que el autor registró ese texto primero, y tan solo a nivel nacional. Además, como nadie suele registrar los textos, la existencia de un registro previo podría no servir de nada en caso de que alguien publicara posteriormente un juego similar.

Otra opción es registrar el diseño de los componentes originales del juego (propiedad industrial), pero cualquier cambio relevante que hicieran en ellos invalidaría dichos derechos. Además, los componentes NOson el juego. Es común publicar los juegos de éxito con distintas temáticas usando nuevos componentes asociados a ellas (sin ir más lejos, el Monopoly cuenta con más de 3.000 ediciones), pero todo el mundo tiene claro que se trata del mismo juego aunque su apariencia sea diferente.

Finalmente, existe la posibilidad de registrar el título del juego como marca, pero esto no es recomendable. En primer lugar porque es un proceso muy caro (hasta el punto de poder costar más que las ganancias del juego). Y en segundo, porque el juego podría seguir siendo plagiado por el sencillo método de cambiarle el título (cosa de la que, lamentablemente, hay varios precedentes).

Parece un panorama desalentador, pero no lo es tanto.

Aunque pueda parecer anti-intuitivo, lo recomendable al crear un prototipo de un juego es mostrarlo todo lo posible en redes sociales y eventos lúdicos, porque esto consigue que todo el mundo identifique al autor como su creador. Para bien o para mal, el reconocimiento de la comunidad lúdica ofrece más protección que la ley: En los muy contados casos de plagio que se han dado, la pérdida de reputación sufrida por la editorial le ha obligado a recular y a reconocer la verdadera autoría del juego.

Lo que no es recomendable, sin embargo, es subir fragmentos de las reglas a las redes sociales, porque existe el peligro muy real de que las mal llamadas “IA generativas” lo utilicen como ejemplo para cualquier autor en busca de ideas.

En cuanto a presentar un juego a una editorial, tenemos que tener claro que, por muy especial que nos resulte nuestra creación, las editoriales reciben fácilmente decenas de prototipos al mes. Desarrollar un juego implica una gran inversión en tiempo y dinero, y no tiene sentido engañar a un autor —con la consiguiente pérdida de reputación— cuando es muchísimo más sencillo firmar un contrato con él. Por tanto, en la inmensa mayoría de los casos la desconfianza está fuera de lugar.

Como conclusión, desde Ludo recomendamos no tener miedo de presentar vuestras creaciones al mundo lúdico y las editoriales. Si tenéis la oportunidad de hacer testeos entre creadores de juegos descubriréis el espíritu de colaboración que existe entre autores, y el desprendimiento con el que los autores comparten sus creaciones y su propia experiencia para ayudar a que todos los juegos —los propios y los de los demás— sean un poquito mejores.

Si tenéis más dudas, en el canal de YouTube de Ludo contáis con varios vídeos que hablan del tema, incluyendo los siguientes: